Camino a la Beatificación

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08 septiembre 2016

MENSAJE EN EL DÍA DEL MAESTRO

11 de Septiembre

Estimados docentes (maestros y profesores):

Para nuestro quehacer de cada día, en nuestra vocación de enseñar leemos en las obras de misericordia espirituales: Enseñar al que no sabe; Dar buen consejo al que lo necesita; Corregir al que se equivoca… son las tres primeras obras de misericordia, casi como pensadas y dirigidas de manera especial a nosotros, que hemos puesto nuestra vida en un niño, en un adolescente, en un joven, en un adulto, en muchos que necesitan de un sí generoso y lleno de amor cada día para enseñar, para dar amor en cada consejo, para dar todo de nosotros en este hermoso arte de enseñar amando, y amando enseñar.
El Año Santo de la Misericordia nos alerta en este piadoso ejercicio de cada día, de todos los días: poner nuestras acciones de cada jornada en clave de misericordia.
“Hemos deformado el instrumento de educar que es el amor -dice el presbítero José Álvarez, presidente del Consejo Superior de Educación Católica (Consudec)- y lo suplimos por exigencias que hacen fastidiosa la vida a nuestros alumnos, generalizaciones que no tienen en cuenta las posibilidades y límites de cada uno, las ofertas de premios, consideraciones, honores o calificaciones que crean discordia, celos, envidias y marginación”. “Qué lejos estos criterios de un amor verdadero en el que cada uno tiene su oportunidad según sus capacidades y puede estar feliz con los dones que Dios le dio; donde los maestros descubren un desafío en cada límite de sus alumnos y no un fastidio. Porque miramos al otro como lo mira Dios”. He aquí la clave de toda acción hecha con misericordia: mirar como nos mira Dios; tener esta misma mirada cada vez que me acerco a un hermano para unirme a él en este acto de misericordia.
Que nuestro trabajo cotidiano, nuestro renovado fervor de enseñar, no se vea opacado por los conflictos humanos que experimentamos en nuestra carne diariamente, al contrario, que nos dé fortaleza para no desfallecer en nuestra renovada entrega vocacional. Que el desgano, la pereza, la desidia, no nos gane; por el contrario, el pensar en quien me está esperando en el aula con sus ojitos llenos de alegría o tristes, con sus travesuras, con sus picardías, con sus conflictos de edad, con sus tristezas de ir creciendo, con sus conflictos de familia, con tantas cosas que nuestros jóvenes llevan al aula, sean los renovados desafíos que nos lleven a decir cada día: “Aquí estoy, porque me has llamado, Señor, para hacer tu voluntad” (1 Sm 3,5)… y poder ayudar en la transformación de una sociedad más justa y más fraterna; para hacer de nuestra Patria la “Casa de todos”, para hacer de cada hombre y de cada mujer los protagonistas de una renovada Argentina que quiere “levantarse para cantar” un renovado canto de amor y esperanza para todos.
Feliz y bendecido día para todos.
Que nuestra Madre del Valle nos acompañe, y que su ejemplo de ir a ayudar a su prima Isabel, sea el motorcito espiritual que nos haga descubrir las pobrezas del que más nos necesita.

Mons. Luis Urbanč
8° Obispo de Catamarca

SFV de Catamarca 8 de Septiembre de 2016
Año Diocesano del Compromiso Cívico y Social
Bicentenario de la Declaración de la Independencia de la Patria

Año Jubilar de la Misericordia