Camino a la Beatificación

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15 abril 2015

Mons. Urbanc en el homenaje del Transporte y las Comunicaciones

“Necesitamos reencontrarnos con Jesús, y poner en práctica lo que Él nos dice a ejemplo de la Virgen María”

El martes 14, el mundo del Transporte y las Comunicaciones homenajeó a la Virgen del Valle, durante la misas de las 21.00, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, quien a su finalización bendijo autos de época en el Paseo de la Fe.
En la misa central del Septenario, honraron a la Virgen miembros del Transporte y las Comunicaciones: Dirección Provincial de Transporte terrestre y aéreo, Aerolíneas Argentinas, empresas de transporte: camioneros, colectiveros, taxistas, remiseros, Dirección de Tránsito Municipal, Correo Argentino, empresas privadas de correo, telefonía Personal, Telecom, Claro y Movistar, asociaciones automovilísticas y Club Autos de Epoca.
En su homilía, Mons. Urbanc reflexionó sobre el tema de la tercera jornada que giró en torno al rol de los laicos en la Iglesia que es misterio de comunión, inspirado en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, “en el que se describe que los primeros cristianos ‘tenían un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que todo era común entre ellos... Hasta vendían sus bienes y lo ganado lo ponían a disposición de los apóstoles, para ayudar a los pobres’”, expresó, agregando que
“lo que permitía este tipo de decisiones era el hecho de la resurrección de Jesucristo, del que daban testimonio con gran libertad interior y alegría. Esto es lo que causaba estupor y admiración entre los paganos”.
En otro tramo de su  predicación manifestó que “en este Septenario necesitamos volver a encontrarnos con Jesús, escucharlo con atención y poner en práctica lo que Él nos dice”. Para ello, dijo que “tenemos el ejemplo de la Virgen María, la verdadera discípula que escuchaba y seguía al Maestro, la que aceptó con prontitud y generosidad ayudarnos a ir hacia este Divino Maestro para que de Él recibamos Vida en abundancia, para que aprendamos de su Sabiduría a discernir lo que procede del Buen o Mal Espíritu, para que sepamos ser agradecidos con el Amor que Dios nos da y para que nos dispongamos a ser alegres testigos de su Resurrección”.

Durante la Liturgia de la Eucaristía, representantes de todas las instituciones y grupos alumbrantes acercaron los dones materiales al altar, junto a las ofrendas de pan y vino.
Luego de la bendición final, el Obispo invitó a los presentes a participar de la bendición de los autos de época, que tradicionalmente engalanan el Paseo de la Fe para rendir homenaje a la Patrona de Catamarca.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILIA

Queridos devotos y peregrinos:
                                                             En esta Misa honran a la Virgen del Valle hermanos del Transporte y las Comunicaciones: Dirección provincial del transporte terrestre y aéreo. Aerolíneas Argentinas. Empresas de transporte: camioneros, colectiveros, taxistas, remiseros. Dirección de tránsito municipal. Correo argentino. Empresas privadas de correo. Telefonía personal, Telecom, Claro y Movistar. Asociaciones automovilísticas. Club autos de época. Sean todos bienvenidos a esta celebración. La Virgen los ampare y guíe siempre.
            El tema de reflexión de esta jornada giró en torno al rol de los laicos en una Iglesia que es misterio de comunión, inspirado en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, en el que se describe que los primeros cristianos ‘tenían un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios
sus bienes, sino que todo era común entre ellos... Hasta vendían sus bienes y lo ganado lo ponían a disposición de los apóstoles, para ayudar a los pobres’ (Hch 4,32. 34)
            Lo que permitía este tipo de decisiones era el hecho de la resurrección de Jesucristo, del que daban testimonio con gran libertad interior y alegría. Esto es lo que causaba estupor y admiración entre los paganos. Pensemos que el mundo hodierno también se asombraría si viera estos signos en nosotros los creyentes. El amor fraterno auténtico ciertamente que es atractivo y conduce a la conversión y búsqueda de la causa que lo origina.
            Jesús, en el diálogo con Nicodemo, sigue insistiendo en la necesidad de renacer de lo alto para tener un nuevo corazón y una nueva mirada sobre la vida de los hombres y de la creación toda.
            La frase de Jesús: “Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?” merece que la desmenucemos. Hoy es muy frecuente que las cosas más obvias se las discute y cuestiona. Por ejemplo: se acepta sin más y como natural el aborto, el matar a quien piensa distinto, el odiar y vengarse del que nos ofendió, el hacer justicia por mano propia, las relaciones sexuales antes y fuera del matrimonio, el uso de anticonceptivos, abortivos o preservativos, el divorcio, el robo, la mentira, el ocio, los vicios, la pornografía, el erotismo, la provocación, la procacidad, la transgresión, la calumnia, el cambio de identidad sexual, etc., con tal que a uno le guste. Se confunde el gusto con lo bueno; el sentir con la verdad. Los que no necesariamente, ni mucho menos, son correlativos; pero que, por desgracia, el relativismo imperante los equiparó; más aún, endiosó al sentimiento y al gusto, dándoles entidad de absolutez, incuestionabilidad y moralidad.
            Evidentemente que nos volvimos materialistas y pseudo-espirituales ya que vivimos pendientes de las cosas que se ven, se tocan y dan un goce inmediato; nos parece insoportable posponer la fruición para un futuro remoto. Se confunde diversión con felicidad, y se la busca a cualquier precio. A pesar de tanto ver y tocar, paradójicamente coexiste la necesidad de huir de la realidad, a la que se ve como insoportable y desoladora.
            No obstante, ahí siempre esta Jesús, presente en nosotros y en los acontecimientos, pero no se le quiere escuchar, ni consultar; por el contrario, se lo cuestiona, ningunea, desconoce o relativizan sus enseñanzas.
            ¡Cuánta pena da un mundo, y es el nuestro, que desprecia la sabiduría y valora la superficialidad, la banalidad, la torpeza y la grosería! Y, con todo, pretende que sembrando estas malas semillas reine la paz, la equidad, la inclusión, el respeto, la justicia, la verdad, el amor, la prosperidad, etc.
            Nos conviene volver a escuchar a Jesús que nos dice: “De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que crean en Él tengan vida eterna” (Jn 3,15).
            En este septenario necesitamos volver a encontrarnos con Jesús, escucharlo con atención y poner en práctica lo que Él nos dice. Para ello tenemos el ejemplo de la Virgen María, la verdadera discípula que escuchaba y seguía al Maestro, la que aceptó con prontitud y generosidad ayudarnos a ir hacia este Divino Maestro para que de Él recibamos Vida en abundancia, para que aprendamos de su Sabiduría a discernir lo que procede del Buen o Mal Espíritu, para que sepamos ser agradecidos con el Amor que Dios nos da y para que nos dispongamos a ser alegres testigos de su Resurrección.
            Junto con nuestra Madre del Valle repitamos la oración del salmista: “Tus testimonios, Señor, son dignos de fe, la santidad embellece tu Casa a lo largo de los tiempos y reinas revestido de majestad y poder” (Sal 92,5).

¡¡Nuestra Señora del Valle!!  ¡¡Ruega por nosotros!!