Camino a la Beatificación

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18 octubre 2014

Un saludo agradecido del Obispo a todas las Mamás en su día

Queridas Mamás:
                                   ¡Que el Señor y la Virgen Madre las bendigan en este día y todos los días de su vida!  ¡Que experimenten siempre la felicidad de ser mamás! ¡Den gracias a Dios por este don de su Misericordia y nunca dejen de cobijarse en Él!

            Es obvio que si hoy saludamos a las mamás, no podemos dejar de lado a ese hombre que llamamos papá. Ser papá o ser mamá es la resultante de la relación de un hombre y una mujer, no se conciben estas realidades sin ella. ¡Qué hermoso es cuando en un hogar se lo celebra en plenitud! ¡Qué triste cuando no es así! Mi oración a Dios, Padre de todos los seres humanos, por todas aquellas mamás que no viven en plenitud lo querido por Él; que Él les siga dando la fortaleza de llevar adelante su tarea.
            Cuánto debemos agradecer a las mamás que sacaron fuerzas de donde no tenían  para llevar adelante la gestación de sus hijos. ¡Gracias, queridas mamás!
            Gracias porque han soportado angustias, miedos, tormentos, incomprensiones, dolores, para acoger, en este mundo y para la eternidad, el precioso don divino de un nuevo ser humano, que es ‘imagen y semejanza’ de Dios.
            Gracias por las incontables noches sin dormir velando el sueño, asumiendo los problemas, o sufriendo las enfermedades de sus hijos.                   
Gracias por la proverbial paciencia acompañando el crecimiento de sus hijos.
Gracias por tanto aprender de nuevo para ayudar en sus tareas a los hijos en edad escolar y de postergar muchas cosas con tal de ver crecer a sus hijos.
Gracias por tantas lágrimas derramadas y tantas disimuladas con una alegre sonrisa tan sólo para no preocupar a sus hijos de sus íntimos problemas o desavenencias.
Gracias por los sabios, sencillos y reiterados consejos que dan a sus hijos.
Gracias por su respetuoso acompañamiento en los duros años de la adolescencia.
Gracias por no disimular ni callar cuando el peligro o lo inconveniente está cerca de sus hijos; y por enfrentarse ante cualquier amenaza para defender y proteger.
Gracias por estar dispuestas a dar la vida con tal de hacer felices a sus hijos y darles la oportunidad de vivir.
Gracias porque hacen el prodigio de que cada nuevo ser humano balbucee las sagradas palabras ‘papá’ y ‘mamá’.

Ruego a san José, el varón justo y a su esposa, la Virgen María, que en este día les ayuden a percibir más claramente la divina misión de ser MADRES. ¡Paz y Bien!
                                                                                              Mons. Luis Urbanč