Camino a la Beatificación

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19 octubre 2013

Saludo y reflexión en el Día de la Madre


Queridas mamás:
                      En primer lugar, les escribo para saludarlas y bendecirlas en el nombre del Señor que las eligió para esta tarea tan sublime y trascendental en la vida de todos los seres humanos.

                  En segundo lugar, les comparto unas enseñanzas de las Sagradas Escrituras, para ayudarlas a profundizar y valorar más la vocación recibida de Dios; así pongo en práctica el IV Mandamiento ‘Honra a tu padre y a tu madre’ (Éx 20,12).
                             En Tito 2,4-5 Dios nos dice: “enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, unidas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada”. En el texto original griego (2,4) aparece la palabra compuesta “fileo-teknos” con la que se quiere remarcar el amor materno como responsabilidad, que implica ‘cuidar’ a los hijos, ‘alimentarlos’, ‘atender a sus necesidades’, ‘abrazarlos con amor’, ‘entablar una tierna relación con cada uno como si fuera el único creado por Dios’ y ‘hacerles palpar la presencia de Dios en sus vidas’.
            La Palabra de Dios ordena, tanto a madres como a padres, prestar varios servicios a los hijos:
               *Estar disponibles y atentos mañana, tarde y noche (Dt 6,6-7).
               *Involucrarse, interactuar, reflexionar junto a y con los hijos (Ef 6,4).
               *Enseñarles el punto de vista bíblico del mundo (Dt 4,10; Sal 78,5-6; Ef 6,4).
               *Entrenarlos a desarrollar sus habilidades y descubrir sus posibilidades (Prov 22,6).
             *Instruirlos en el santo temor de Dios, para que conozcan sus límites de modo serio, sólido,  amoroso y firme (Ef 6,4; Heb 12,5-11; Prov 13,24; 19,18; 22,15; 23,13-14; 29,15-17).
            *Crearles un ambiente donde quien se equivoca pueda enmendarse, donde haya aceptación,
afecto y amor incondicional (2 Tim 1,7; Tito 2,4; Ef 4,29-32; 5,1-2; Gál 5,22; 1 Pe 3,8-9).
               *Formarlos íntegramente con la autoridad del ejemplo, es decir, siendo un modelo del que el niño pueda aprender la esencia de una vida piadosa (Dt 4,9; 15,23; Sal 37,18.37; Prov 10,9).
          Cabe aclarar que la Biblia nunca ordenó que todas las mujeres deban ser madres; sin embargo, afirma que, todas aquellas que son bendecidas con la maternidad, deben asumir responsablemente esta misión, pues cumplen un rol delicado e indelegable en las vidas de sus hijos, especialmente cuando son niños, adolescentes y jóvenes. Si bien es cierto que el amor maternal jamás terminará en el cuidado, la educación y el apoyo anímico que da una madre a lo largo de toda la vida.

    En tercer y último lugar, les comparto una conocida formulación de sabiduría popular acerca de los padres que la formateo para ustedes, queridas mamás, pues puede serles útil saberlo de antemano, a la hora de tener que pasar por los momentos más desagradables y de disfrutar en los buenos.
A los 8 años: “¡Mi mamá sabe mucho! ¡Muchísimo!”
A los 12 años: “Mi mamá realmente no lo sabe todo.”
A los 14 años: “Naturalmente, mi madre no tiene ni idea sobre esto”
A los 16 años: “¿Mi madre? Pero ¿qué sabrá ella?”
A los 18 años: “¿Esa vieja? ¡Pero si se crió con los dinosaurios!”
A los 25 años: “Bueno, puede que mamá sepa algo del tema…”
A los 35 años: “Antes de decidir, me gustaría saber la opinión de mamá.”
A los 45 años: “Seguro que mi madre me puede orientar”
A los 55 años: “Qué hubiera hecho mi madre en mi lugar?”
A los 65 años: “¡Ojalá pudiera hablar de esto con mi mamá!”

            Ruego a la Madre del Valle que las colme de abundantes bendiciones en este día y por el resto de su vida, especialmente, en la comprensión y aprecio del designio de Dios sobre la maternidad.

                                                                                              Mons. Luis Urbanč, 8° Obispo de Catamarca