Camino a la Beatificación

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04 abril 2012

Fueron consagrados los óleos y los sacerdotes renovaron sus promesas en la Misa Crismal

Ceremonia de bendición de los santos óleos.
El martes 3 de abril, en la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle, se llevó a cabo la Misa Crismal de renovación de las promesas sacerdotales e institución de la Eucarística, en el transcurso de la cual se bendijeron los óleos sagrados. La Sagrada Eucaristía fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el Obispo Emérito, Mons. Elmer Miani, y sacerdotes de los Decanatos Capital, Centro, Este y Oeste de la diócesis, quienes ese día participaron de la Asamblea del Clero, llevada a cabo en la Casa de Retiros Espirituales Emaús.

La ceremonia se concretó con la participación de una gran cantidad de fieles, que colmó el templo catedralicio, dando inicio la misma con el ingreso de los presbíteros portando las ánforas conteniendo los óleos destinados para los sacramentos durante el año. Asistieron al Señor Obispo los nuevos diáconos Lucas Segura y Eduardo Delgado.

En su homilía, Mons. Urbanč expresó: “Para mí, como Obispo, la Misa Crismal es un momento especial de gracia, un momento en el que el Señor me permite ver con los ojos y con el corazón la alegría de estar acompañado por mis hermanos sacerdotes, la alegría de poder ver, a través de cada uno de ustedes, las distintas comunidades que formamos la Iglesia diocesana de Catamarca. Nutre mi esperanza el hecho de bendecir los óleos y el Santo Crisma ya que hoy se cumple también entre nosotros lo que aconteció en Nazaret: el mismo Espíritu que descendió sobre el Señor para convertirlo en el Ungido, el Enviado, para sanar los corazones afligidos, anunciar el Evangelio a los pobres, sacar de las prisiones a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, anunciando a todos un año de gracia del Señor… se cumple aquí porque el Señor Resucitado está en medio de nosotros”.

También reflexionó sobre “la dimensión misionera de toda la Iglesia. Porque la Iglesia ungida es, básicamente, misionera. La Evangelización es su gozo y Ella existe para evangelizar”.

Al finalizar su predicación, Mons. Urbanč dio gracias al Señor “que nos permite celebrar esta Eucaristía, que nos lanza de nuevo a la misión con la unción del Espíritu Santo. Una Eucaristía en la que queremos dar gracias a Dios por el sacerdocio, por los seminaristas y por todos los que serán ungidos con estos óleos que vamos a bendecir”. Y exhortó a que “recemos por nuestros sacerdotes mayores y enfermos, pero que continúan gastando y desgastando su vida en la oración y en la entrega, en especial, los padres Carlos Orellana y Gerardo Cabezas. Recordemos también con gratitud y con afecto a nuestros hermanos sacerdotes que han llegado a la casa del Padre Eterno en este último año: los padres Santiago Sonzini y Gerardo Denett. Así corresponderemos con afecto a estos queridos sacerdotes que nos han dado el testimonio de una vida fiel al Señor”.

Los óleos consagrados fueron entregados a los párrocos y
a los responsables de comunidades.
Rito de bendición y consagración
Luego de la predicación, se dio paso al rito de renovación de las promesas sacerdotales y la presentación de los óleos, que fueron bendecidos y consagrados para los enfermos, catecúmenos y el Santo Crisma para la Confirmación, Bautismo y Orden Sagrado.

Los óleos ya consagrados fueron entregados a los 28 párrocos y a los responsables de comunidades.

La Misa Crismal, normalmente, se realiza el Jueves Santo, pero en Catamarca se la concreta el Martes Santo, para facilitar el traslado de los sacerdotes que viven en las zonas más alejadas de la dilatada geografía diocesana. De esta manera, pueden regresar a sus comunidades para celebrar la Cena del Señor.

También se aprovecha este día para que todos los presbíteros que trabajan en la jurisdicción diocesana participen de una jornada sacerdotal, con la realización de la Asamblea del Clero, en que se tratan temas de relevancia para la acción pastoral, marcada en este tiempo por la Misión Diocesana Permanente; y vivir de una manera especial la renovación de las promesas ministeriales y la institución de la Eucaristía.