Camino a la Beatificación

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09 diciembre 2010

Al término de la Procesión

Catamarca cerró el Centenario Diocesano y se puso en estado de Misión en las fiestas marianas
Con un marco multitudinario y una emoción desbordante, se concretó el cierre del Año Jubilar por el Centenario de la Diócesis de Catamarca, en la última jornada de las festividades en honor de la Virgen del Valle. Asimismo, se abrió una nueva etapa de evangelización en el territorio diocesano con la apertura de la Misión Diocesana Permanente. Los actos fueron presididos por el Nuncio Apostólico en la Argentina, Mons. Adriano Bernardini, y el Obispo de Catamarca, Mons. Luis Urbanc. También estuvo presente el Obispo Emérito de la Diócesis, Mons. Elmer Osmar Miani
Miles de peregrinos marcharon junto con los fieles catamarqueños por las calles de San Fernando del Valle en una demostración imponente de fe a la Morenita del Valle. La Sagrada Imagen partió desde la Catedral Basílica en brazos del Nuncio Apostólico, acompañado por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, hasta la Plaza del Maestro, desde donde se inició la Solemne Procesión. Participaron las autoridades del Poder Ejecutivo de Catamarca, encabezadas por el Señor Gobernador, Ing. Eduardo Brizuela del Moral; de los Poderes Legislativo y Judicial; los Señores Intendentes de Capital, Valle Viejo y Fray Mamerto Esquiú, Dr. Ricardo Gaspar Guzmán, Ing. Gustavo Roque Jalile y Dn. Humberto Valdez, respectivamente; autoridades de la Policía Provincial, Policía Federal, Gendarmería Nacional, Servicio Penitenciario, entre otras. Sacerdotes del clero catamarqueño y de otras diócesis; religiosas; instituciones educativas, movimientos e instituciones eclesiales, Guardianes de la Virgen, Agrupaciones Gauchas y diversas instituciones civiles. Todo el pueblo de Catamarca quiso estar presente en esta fiesta.
Durante el trayecto se vivieron muestras de profundo amor y devoción a la Virgen Morena, en el Día de la Inmaculada Concepción. Se elevaron súplicas y acciones de gracias que se confundieron con el canto de alabanza a la Reina de este Valle.
En el Paseo de la Fe, frente a la Catedral Basílica, la Sagrada Imagen fue recibida con los sones de la Banda de Música de la Policía de la Provincia, pañuelos al viento, vivas y aplausos. Allí se encontraban esperándola con ansiedad y emoción los ancianos de los geriátricos de la ciudad y personas discapacitadas y fieles en general.

Lanzamiento de la Misión Diocesana Permanente

Luego de la alocución final (ver texto completo más abajo), se concretó la ceremonia de lanzamiento de la Misión Diocesana Permanente, en consonancia con la Misión Continental, que marca el inicio de una etapa de evangelización renovada de la Iglesia Centenaria de Catamarca.
En el envío misionero, los decanos de las Zonas Oeste, Este, Centro y Capital, recibieron de manos del Obispo Diocesano los signos que acompañarán esta nueva tarea evangelizadora: la Cruz Misional, la Palabra de Dios, el Tríptico de la Misión Continental y los elementos para la guía y puesta en práctica de la misión. El gesto de entrega de estos materiales se repitió con cada uno de los párrocos de las 28 jurisdicciones parroquiales de la Diócesis.
Como homenaje a la Patria Bicentenaria, se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino, y luego se procedió al arriamiento de la Enseña Nacional, ubicada en la Plazoleta de la Bandera, ubicada en la plaza 25 de Mayo.
Posteriormente, el Embajador de la Santa Sede, Mons. Adriano Bernadini, impartió la Bendición Apostólica, dando paso al momento de la despedida. Con lágrimas deslizándose por rostros cansados, suplicantes y agradecidos, los miles de devotos y peregrinos de la Morenita Virgen del Valle saludaron el ingreso de la Sagrada Imagen a la Catedral Basílica; mientras los fuegos artificiales surcaban el cielo catamarqueño, poniendo brillo y color a esta fiesta de la fe.

Texto completo de la Alocución final de Mons. Luis Urbanc
Hace exactamente un año, como obispo de esta Iglesia Particular de Catamarca me dirigía a Ti, Madre Bendita de este Valle, confiándote la celebración de los Cien Años de nuestra Diócesis … Muchas gracias por todo lo que hemos vivido y porque para el cierre de todo este jubileo has facilitado que nos acompañe durante tres días el Sr. Nuncio Apostólico, Adriano Bernardini y, de esta manera, sentirnos muy unidos al Romano Pontífice, el Dulce Cristo de la Tierra, Benedicto XVI ... ¡Cuídalo, Fortalécelo y haz que por todos sea amado y escuchado!
Te damos gracias, Madre, por todos los hermanos peregrinos que nos han acompañado en estos días y hoy. Ellos han venido de lejos y de cerca, con gozos y penas en el alma, con gratitudes y súplicas, con ilusiones y esperanzas, unos cumpliendo el sueño de conocerte, otros volviendo a verte. En realidad, todos para decirte: ‘Te amo, Madre mía’.
Sin embargo, al concluir esta hermosa procesión, con la que nos despedimos hasta el 8 de mayo próximo para celebrar los 120 años de tu coronación como Reina, quiero confiarte el lanzamiento de la Gran Misión Diocesana, con la que participamos de la Misión Continental, tan certeramente inspirada por el Espíritu Santo en la V Conferencia General del episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida, Brasil, en Mayo de 2007.
Tú, Madre querida, eres la que nos acompañas desde el comienzo de la Evangelización del Continente Americano y, de un modo muy cercano, desde que comenzamos a ser un País libre y soberano en los albores del siglo XIX. Por eso, ponemos bajo tu protección y aliento la 1ª etapa de nuestra tarea misionera 2011-2016, en sintonía con el Bicentenario de la Patria, 2010-2016, ya que queremos ‘que esta Iglesia Centenaria dé nuevo vigor a la Patria Bicentenaria y que la Gracia y la Alegría de esta Iglesia, discípula y misionera, sea una esperanza para toda la Nación’.
Queremos, Madre del Valle, a lo largo de estos años evangelizar desde la Doctrina Social de la Iglesia en un camino formativo y de compromiso con la construcción de la sociedad y, en especial, poniendo énfasis en la pastoral familiar y educativa, así se podrá revertir el descompromiso y la falta de participación de no pocos católicos y de la ciudadanía en general a fin de que todos seamos verdaderos actores de la transformación de la vida social, económica y política del país, pasando de meros habitantes a ciudadanos responsables. Pero, sobre todo, que a lo largo del 2011 profundicemos y ayudemos a internalizar el valor de la vida.
Ayúdanos a salir de nuestras comodidades y seguridades para ir, como buenos samaritanos, al encuentro de los más alejados, excluidos y, sobre todo, de aquellos a los que como sociedad hemos declarado sobrantes o no gratos.
En verdad, Madre de los discípulos-misioneros, esta misión debe ser una renovada pastoral de la fe, una fe que nos haga refundar nuestra vida, personal y social, en Cristo, desde una experiencia profunda de inclusión y comunión, a partir de un encuentro real y comprometido con la persona de tu Hijo resucitado y celebrado en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía y la Reconciliación, desde su punto de partida: el Bautismo.
Madre orante, que sepamos como tú, que sin la fuerza de la oración nada podremos hacer ni conseguir; que si no tenemos una fecunda vida interior, no seremos testigos de Jesús; que sin este diálogo confiado con el Padre, no construimos la Iglesia de Cristo, su cuerpo místico.
Por último, Madre bendita, acompaña solícita el envío misionero que, a continuación, realizaré entregando parte del material inspirador y de trabajo en la persona de los párrocos y de algunos miembros de los consejos pastorales. A los que pido que se pongan inmediatamente a trabajar, puesto que la cosecha es abundante y los operarios pocos… Como tú Madre, incansable en la Visitación, así muchos hijos tuyos te imiten con alegría, humildad y generosidad.
Por eso, esta familia tuya te dice: “Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”. AMÉN

¡Nuestra Madre del Valle! 
¡Ruega por nosotros!

¡¡¡VIVA LA VIRGEN DEL VALLE!!!