Camino a la Beatificación

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25 noviembre 2009

Murió el Padre Mario Villagrán



El miércoles 25 de noviembre en horas del mediodía, a la edad de 79 años, partió a la Casa del Padre, el sacerdote Angel Mario Villagrán, luego de padecer una larga dolencia física.
Sus restos mortales son velados en la Capilla de Choya, ubicada camino a la Gruta de la Virgen del Valle, bajo la custodia de una guardia de honor de la Policía de Catamarca, de cuya fuerza de seguridad fue capellán.
La misa de despedida se realizará el jueves 26, a las 9.00, en la Capilla de Choya, y será presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc.
El Pbro. Villagrán era oriundo de Santa María, había nacido el 14 de agosto en 1930. Fue ordenado sacerdote el 22 de julio de 1962.
No fue un simple clérigo. A su formación sacerdotal sumó títulos de literatura, latín, psicología y filosofía. Se recibió de Licenciado en Filosofía en 1982, en la Universidad Nacional Catamarca, donde se desempeñaba como profesor en la cátedra de Metafísica y Etica en el Departamento de Educación de esa casa de altos estudios.
Publicó el libro denominado “La transestaticidad como fundamento de la realidad”.
Era un hombre de enormes cualidades y al servicio de la verdad.
También fue docente del Instituto Nuestra Señora del Valle, donde asistían a tomar clases los seminaristas menores de Catamarca.

Devoto de María
Era un entrañable devoto de la Virgen del Valle, a quien sirvió tanto en la Catedral Basílica, donde oficiaba la misa de las 21.00, seguida por una gran cantidad de fieles, y en la Gruta de Choya.
Siendo vicario parroquial, estuvo al frente de la capilla del Señor de los Milagros de Choya, donde se dedicó de manera especial a los niños y niñas de los hogares más necesitados, y lo hizo de la mejor manera, creando el Colegio Juan Pablo II, que dio la posibilidad de estudiar a muchísimos chicos de la zona norte de la ciudad capital, que aún hoy pueblan sus aulas.
En ese mismo sector fue el motor que impulsó la creación del Hogar San Juan, destinado a albergar a los familiares de los enfermos de los hospitales de Capital, que llegan desde el interior de la provincia, hoy a cargo de Desarrollo Social.

Todo el bagaje intelectual y moral, y su amor a los hermanos, a quienes sirvió desde su ministerio sacerdotal, hicieron del Padre Villagrán un ser espiritualmente rico y profundo. Y su grandeza como hombre de Dios estuvo significada en que esos dones y carismas los brindó con sencillez y generosidad a todos quienes a él llegaban en busca de consejo y alivio para los dolores del alma, y de ayuda material para paliar las necesidades materiales de la vida cotidiana.
Por todo esto damos gracias a Dios, a quien imploramos que le conceda gozar de la plenitud eterna de su gloria.